Capítulo 3 (continuación): Lealtades Condicionales y la Jugada Dominante
Entre las filas del Partido Nacional Libertario, el crecimiento exponencial de Johannes Kaiser comenzaba a tensar la cuerda de la contención estratégica. Desde su curul parlamentario, el diputado Gonzalo de la Carrera, sin eufemismos ni filtros, lo dijo al micrófono y a través de las redes: “Si Kast fuera un patriota, se bajaría y dejaría que Kaiser pase a segunda vuelta”.
La frase no pasó desapercibida. Era un misil retórico dirigido no solo a Kast, sino a la ilusión de unidad que aún pretendía sostener el pacto parlamentario con Republicanos. Pero incluso al interior del Nacional Libertario se sabía que insistir en esa línea podría ser contraproducente. Exigir rendición pública a un líder como Kast solo lo fortalecería en su orgullo y lo alejaría más de cualquier decisión racional. En teoría de juegos, esto se conoce como una situación de amenaza ineficaz: una estrategia que, si bien puede parecer lógica, genera resistencia suficiente como para producir el efecto contrario.
Evaluación de Alternativas Tácticas
Los estrategas de Kaiser consideraban múltiples escenarios:
1. Presionar públicamente a Kast para que se retire: alto riesgo, alta visibilidad, pero efecto adverso probable (reactancia emocional de Kast y su núcleo).
2. Seguir compitiendo intensamente en redes y calle, sin atacar directamente a Kast: medio riesgo, acumulación de capital simbólico, pero lenta erosión.
3. Negociar en privado una fórmula presidencial-parlamentaria en que Kast asegure cargos a cambio de bajarse: riesgo bajo, pero implica ceder a la vieja lógica del “cuoteo”, algo que podría dañar la narrativa disruptiva de Kaiser.
4. Esperar el desgaste natural de Kast mientras se sigue creciendo sin confrontarlo directamente: esta se acerca a la estrategia dominante bajo teoría de juegos tipo Stackelberg, en la que quien lidera la iniciativa mantiene su curso sin ceder el control de la narrativa al oponente.
La Mejor Jugada según la Teoría de Juegos
Desde un enfoque estratégico óptimo, la mejor jugada para los Nacional Libertarios era no forzar el retiro de Kast, sino empujarlo hacia la irrelevancia estratégica. Es decir, consolidar la posición de Kaiser como el verdadero contendiente mediante actos de campaña, presencia territorial, narrativa juvenil y audacia moral, mientras se ofrece una puerta diplomática para un retiro honorable de Kast sin hacerlo sentir vencido públicamente. En teoría de juegos, esta es una jugada de liderazgo tácito, donde uno de los jugadores actúa como líder natural en un juego secuencial, y el otro se ve obligado a adaptarse o perder influencia.
Además, al no activar amenazas abiertas, los Nacional Libertarios evitaban convertirse en el enemigo común, lo que mantendría fracturada a la derecha tradicional y beneficiaría indirectamente a Kaiser.
La guerra no era de declaraciones, sino de legitimidad simbólica. Y en ese terreno, la táctica silenciosa podía más que la presión abierta.