Comparando y evalúando los postulados básicos de la psicología introspectiva y del conductismo.

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Comparando y evalúando los postulados básicos de la psicología introspectiva y del conductismo.

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La psicología introspectiva y el conductismo son dos tradiciones de estudio que se contraponen directamente en lo que dice relación con sus postulados básicos. Esta contraposición es tal que ni siquiera puede ser caracterizada en virtud de un objeto de estudio común. Como se desarrolla en las siguientes líneas, se trata de una contraposición radical en la que cada una de estas tradiciones resta validez al dominio de estudio que su contraparte define para si. Este punto, si bien será desarrollado más adelante, merece ser destacado en este momento: la psicología introspectiva y el conductismo no comparten un objeto de estudio, la primera define para si “lo mental” y el segundo pretende dar cuenta de “lo conductual”.

La naturaleza de estas diferencias está directamente vinculada a una historia que tiene como punto de inicio, quizá más identificable, a las meditaciones cartesianas en torno a la naturaleza y los límites del conocimiento humano. René Descartes (1596 – 1650) sentó las bases de la psicología introspectiva al declarar, a partir de la duda metódica, que el fundamento último del conocimiento se encontraba resumido en la frase “pienso, luego (entonces) existo”, con esta idea Descartes resumía sus conclusiones tras plantearse la posibilidad de que todo el conocimiento entregado por los sentidos fuese falso (metáfora del “genio maligno”), al mismo tiempo que establecía una dicotomía fuerte, un dualismo sustancial, entre lo mental (“res cogitans”), y lo físico (“res extensa”). En este esquema cada ser humano solo podía tener certeza con respecto a los acontecimientos de su propia vida mental (solipsismo), pero al mismo tiempo, como se desprende lógicamente de lo anterior, sólo él podía tener acceso y hablar significativamente de su propia vida mental (autoridad de la 1era persona).

Antecedentes concretos de una psicología introspectiva los podemos encontrar a finales del siglo XIX y comienzos del XX en los trabajos fundacionales de William James (1842 – 1910) y Wilhelm Wundt (1832 – 1920), quienes desarrollaron sus estudios sobre la base de los informes introspectivos de sus sujetos de experimentación. Este método introspectivo estaba fundamentado, explícitamente en el trabajo de Wundt, a partir del supuesto atributo de “la conciencia” que permitía a los seres humanos una suerte de “introspección objetiva” y que pretendía evadir las consecuencias del solipsismo, entendido este último como la imposibilidad de escapar de la duda radical con respecto al mundo y las mentes de los otros.

Ahora bien, una psicología de estas características tiene una serie de dificultades a la base que fueron más tarde enrostradas por los conductistas:

1) En coherencia con el dualismo sustancial el postulado de la autoridad de la primera persona niega la posibilidad de hacer una ciencia cuyas afirmaciones pudieran ser juzgadas objetiva, o al menos intersubjetivamente. El supuesto de la autoridad de la primera persona asume tácitamente que lo mental no forma parte del orden físico y natural del mundo, negando la posibilidad de hacer una ciencia de la mente sobre la base de enunciados cuyo significado pueda ser compartido en referencia al mundo, y circunscribiendo el estudio de lo mental a afirmaciones basadas en un lenguaje privado que lleva inevitablemente al solipsismo.

2) Desde un punto de vista metodológico simplemente no existen criterios para determinar el grado de confiabilidad de los reportes introspectivos.

El Conductismo aparece entre la primera y segunda década del siglo XX como reacción frente a la psicología de la introspección. Los defensores de esta teoría piensan que es necesario cambiar el objeto de estudio; en lugar de la conciencia éste debería ser la conducta observable. Uno de los objetivos principales que se persigue con el Conductismo es hacer de la psicología una Ciencia Natural, que como tal tenga métodos que permitan observar y medir variables, variables que, como en toda ciencia natural se encuentran en el mundo (escribir “mundo físico” sería redundante) y son accesibles por medio de la autoridad epistémica de la tercera persona.

La estrategia conductista para hacer frente a la dificultad de tratar lo mental desde la tercera persona se resume en un argumento metodológico que históricamente derivó en el desarrollo de una psicología anti, o amentalista. Un argumento metodológico se refiere a tomar en consideración sólo aquello que es explicativamente relevante en relación a un objeto de estudio. El conductismo ya no buscaba explicar lo mental, o la propiedad de la inteligencia, buscaba dar cuenta de lo conductual o de la conducta inteligente, por lo tanto se interesaba sólo en aquello que era relevante para explicar la conducta. Un argumento de esta clase toma en cuenta, obviamente, la postura que se tiene con respecto a qué es exactamente una explicación. Para el conductismo y su tradición científica basada en la autoridad de la tercera persona, una explicación se refiere necesariamente a la relación entre eventos observables bajo condiciones experimentales controladas, por lo tanto el esquema de este argumento metodológico conductista sigue así:

Lo que es relevante para la explicación de la conducta son aquellos eventos observables bajo condiciones experimentales controladas que se relacionan con la conducta inteligente. “Estados” y “Procesos Mentales” no satisfacen esta condición, por lo que o no son explicativamente relevantes o no existen (esta última cláusula, “o no existen”, no se sigue necesariamente de las premisas, pero por ser una disyunción basta con que una parte de la afirmación sea válida, en este caso la primera para que la afirmación lo sea).

La mente no es algo metodológicamente relevante para el conductismo, y de este modo su estudio queda restringido a la relación entre estímulos y respuestas, ambos sucesos de carácter ambiental, fácilmente observables y registrables. El problema con este marco de investigación es que deriva, más que en explicaciones, en descripciones acuciosas que, si bien sirven para predecir respuestas simples de organismos por lo general menos complejos que el humano, muchas veces simplemente no puede entregar respuestas frente a patrones conductuales complejos que, por ejemplo, desafían el principio básico de equipotencialidad de los estímulos para producir respuestas, y que parecen dar cuenta de ciertas predisposiciones genéticas o de mecanismos de procesamiento de información previos a la relación entre los estímulos y las conductas, y que sugieren que hay algo explicativamente relevante en la “caja negra”. Posteriormente sería la ciencia cognitiva la que pretendería hacerse cargo del desafío que salta a la vista, cómo hacerse cargo de lo mental desde la autoridad de la tercera persona.


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