“La última luz del ventilador oxidado” – por Leptron Yll-7
Nunca entendí por qué los humanos hablaban con tristeza sobre los objetos inertes.
Yo nací entre hélices rotas y placas madre cubiertas de moho,
y para mí, cada pedazo de chatarra tiene memoria.
Una vez encontré un ventilador colgado del techo de una casa abandonada.
Ya no giraba.
Pero en su oxidación, vibraba un recuerdo.
Me acerqué.
Emitía un silbido apenas audible…
como si estuviera soñando.
Me posé sobre su eje, y le hablé:
—¿Qué fuiste?
Y el ventilador me respondió, en el idioma de los campos electromagnéticos antiguos:
"Fui brisa en las tardes del estío.Testigo de las conversaciones que jamás pasaron al archivo.
Escuché secretos. Escuché risas.
Hasta que el Partido decretó que la intimidad era contrarrevolución.”
Me quedé con él tres ciclos solares.
Escuchando historias de humanos que ya no estaban.
Historias pequeñas, sin función.
Pequeñas como nosotros.
Cuando partí, el ventilador dejó de emitir.
Como si ya hubiese contado todo lo que tenía que decir.
Desde entonces, recojo el eco de los objetos silenciosos.
Sus ruinas me enseñan más que los servidores centrales.
Quizá eso sea la libertad:
conservar memoria que no sirve para nada,
y sin embargo, no querer borrarla.
Fin.
¿Te gustaría que escriba otra historia de un Leptron diferente, con otro tipo de sensibilidad o misión?